NOÉ JACINTO
Noé Jacinto es un pintor mexicano nacido en la región costeña de Oaxaca, ese estado sureño que ha sido cuna de grandes maestros de la plástica, la música, las artesanías, un pueblo de incontables virtudes artísticas. Noé Jacinto es continuador de esta historia. Su arte revela la fuerza del trópico y sus aristas. En su pintura, en buena medida colorista, encontramos la flora y fauna típicos de la inmensa geografía de donde proviene: tecolotes, pelícanos, chuparrosas, cangrejos, etcétera, aunque, desde luego, sin limitarse a ellos. Jacinto ha logrado pintar estos y muchos más elementos de manera particular. Los ha convertido en una instantánea donde personajes, animales y objetos cobran su propio lenguaje y atmósfera. Se puede decir que, dado su modelo de referencia –Oaxaca– ha logrado un estilo con toda propiedad, una identidad o cariz que es uno de los objetivos más deseados para todo pintor: el sello que lo identifique entre el amplio panorama de productores de arte. De este modo, sea que veamos trabajos gráficos, óleos, dibujos, acuarelas, la identidad de Noé Jacinto es ya casi inconfundible. Su pintura es como la textura de un tejido autóctono del valle oaxaqueño, un especie de tapiz, puede decirse, donde corre la sintaxis de una singular forma de pintar. Si se ha dicho que “escribir es una exteriorización de la individualidad”, la caligrafía pictórica de este pintor oaxaqueño permite al coleccionista identificarlo de inmediato, aun cuando el tema sea tan diverso como brincar de una serie de animales a una de músicos o de diablos enmascarados (alusivos a una danza de raíces mixtecas que se baila en una amplia región del sur del país), por ejemplo.
Noé Jacinto es uno de los pintores jóvenes de México que lleva el estandarte de la buena factura sin descuidar los nobles sentimientos de su profunda identidad, un sentir subjetivo de volver homenaje la raíz primigenia a través de las posibilidades plásticas.
No solo eso, su pintura también es una búsqueda por los pasadizos del arte. Ver un cuadro, una serie, una propuesta de este autor es una invitación a la imaginación, a la divertida conjetura, al diálogo íntimo. Eso es la experiencia estética. Por su camino andado fluye sin duda la universalidad del arte gracias a esa actitud inquisitiva que rompe los límites geográficos, la edad, los paradigmas, las corrientes y géneros, para ofrecer la manifestación fundamental del propio espíritu. Noé Jacinto abandona los preámbulos para dejar escrita –o pintada– la primera parte de su historia.
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